El domingo, Oportunidad Histórica

Hace cientos de años, los grupos que controlaron el poder en Occidente lograron un triunfo que fue definitivo para la consolidación de un mundo en donde las élites gobiernan y los pueblos están supeditados a esos grupos. Lo anterior, lo lograron a través de la creación de leyes y aplicación de las mismas, aparentemente de manera justa por tribunales. Ese triunfo ocurrió, paralelamente, a cambios que eliminaron la antigua creencia que sugería que la naturaleza había logrado parir a mujeres y hombres libres se debería cambiar por otra en la que todos los seres humanos deberían regular su conducta por el Estado y sus leyes.  

Para algunos filósofos contemporáneos nuestros, como Peter Sloterdijk, ese cambió implicó el trasladar la matriz original (tanto el de la naturaleza como el de la mujer) a un ámbito en donde las pequeñas hordas se transformaron en grupos que se aglutinaron en ciudades, pequeños estados e imperios. Lo que implicó el nacimiento de una segunda matriz sociopolítica, jurídica, que sustituyó a la naturaleza y la vida se trasladó de la horda a los pequeños, medianos y grandes Estados. Pero no se trató sólo de un cambio de caparazón sino de una modificación sustancial, en adelante mujeres y hombres cambiaron de referencia: el Estado por la horda.

Mujeres y hombres nacieron y crecieron al amparo de ciudades, ciudades-estado e imperios, y luego Estados nacionales y de sus ideales, como la patria, el territorio, la bandera, por los cuales era necesario sacrificar hasta la vida. En el fondo las élites de aquellos tiempos (sobre todo en Europa), los grupos de poder utilizaron los sentimientos primarios que lograron inculcar en el pueblo como el valor y el sacrificio que era premiado por los "dioses" y no obstante que al pueblo lo hacían partícipe del botín de las conquistas, terminaba por conformar los ejércitos invasores que asolaban a otros pueblos previamente rebajados a salvajes.

Los intelectuales europeos, liberales, del siglo XVIII fueron más refinados e "inteligentes" que sus predecesores, además de que vivieron en los tiempos en los que la sociedad industrial empezaba a consolidar su estructura económica, cultural y política. Lograron crear un modelo de dominio que se llamó "la división de poderes" en la que el pueblo también podía participar, pero como votante, no todo el pueblo como es sabido porque existía en un inicio la exclusión de los que no poseían bienes o riquezas. Era una especie de sociedad anónima, votaba el que tenía dinero. La idea de que existiera el Estado, pero que su poder se equilibrara en poderes fue bien vista por las élites europeas.

Esa división de poderes (crear un poder legislativo, ejecutivo y judicial) era la expresión de la existencia de unas élites poco homogéneas que requerían de espacios en los cuales dirimir sus diferencias. Por otro lado, como ocurrió en la Inglaterra del siglo XVII, el pueblo también quería opinar y participar en las decisiones que se tomaban en las alturas del poder. Pero de manera particular, el Poder Judicial, era y ha sido más o menos como lo conocemos ahora: un poder intocable e inamovible. Existía una razón de fondo: la brutalidad con la que surgió el capitalismo requería de un poder que se ensañara con los pobres para extraerles hasta el último suspiro.

Los poderes, el legislativo y el ejecutivo (que originalmente recaía en un primer ministro, en el modelo inglés, que era nombrado por las cámaras), poco a poco se fueron abriendo al escrutinio y el voto del pueblo y eso únicamente se logró a partir de cruentas luchas. Por qué los pueblos decidieron tomar ese camino en lugar de leer y hacer valer las recomendaciones que hace La Boétie en el Discurso de la servidumbre voluntaria, pues ya lo ha explicado el mismo Marx y otros sociólogos y filósofos.

Pero el Poder Judicial no se abrió al escrutinio y el voto popular en ningún lugar del mundo y así, esa experiencia, fue trasladada al mundo occidental como una regla de poder. Que en todo el mundo la ley permitiera lo que Marx llamó la "acumulación originaria del capital" no únicamente en Europa sino en todo el mundo colonial que fue el verdaderamente sustento del surgimiento de la modernidad y el capitalismo. En caso de los Estados Unidos y otras naciones, que lograron consolidar el capitalismo, los poderes judiciales quedaron igual salvo algunas modificaciones que de fondo no cambiaron la manera en que la ley se aplica a favor de las élites.

Durante la época colonial la aplicación del derecho en lo que ahora es Latinoamérica (salvo Brasil) tuvo como origen las leyes que se emitían en la península ibérica. El objetivo fue el mantener a los territorios y personas que habitaban en él supeditados a las leyes de los conquistadores. La justicia era una justicia colonial, imperial. Las audiencias locales no tenían autonomía, salvo en aspectos insustanciales, lo real era que su operación la aplicación de la ley y la justicia implicaba sujetar a las colonias y sus habitantes a los intereses de los reyes españoles. México no fue la excepción.

Con la independencia surgieron estados nacionales. La independencia logró crear estados nacionales pero dirigidos por oligarquías locales, familias que se hicieron del poder y copiaron el modelo de división de poderes europeos o de Estados Unidos y lo adaptaron a las circunstancias locales. No es una casualidad que poderes como el legislativo y ejecutivo fueran con el tiempo sometidos al escrutinio popular a través del voto, pero que el Poder Judicial quedara como un modelo intocable e inamovible igualmente no fue una casualidad. Las oligarquías requerían de un tipo de justicia que protegiera la apropiación de tierras (minas, entre otros recursos) propiedad de los pueblos.

Contar con un poder Judicial cuyo personal cambiara cada cuatro o seis años era contraproducente para las oligarquías y sus intereses. Los juicios en contra de los pueblos y comunidades indígenas para quitarles sus propiedades podrían durar hasta cientos de años, por lo que requerían de un núcleo de abogados que ocupara de manera permanente el poder judicial y que abogara por ellos y sus intereses durante largos periodos de tiempo. Así es como ha ocurrido en México con comunidades indígenas que tienen conflictos todavía en curso y que su origen fue la colonia, el porfiriato o la Revolución mexicana.

En síntesis, esta parte del subcontinente americano, en Latinoamérica y el Caribe, el Poder Judicial tradicionalmente ha estado ocupado por funcionarios que, independientemente de su origen, se trata de profesionistas que aplican el derecho y la justicia para proteger a los grupos oligárquicos. Aunque no sean elegidos esos funcionarios por las oligarquías de manera directa, en realidad existe un sistema o estructura de poder al interior impenetrable por otras experiencias, que lleva ahí a los abogados para cumplir con un ritual que fue impuesto por un modelo occidental de justicia en donde el Poder Judicial cumple la función de proteger a los que tienen dinero.

En ese sentido, el Poder Judicial no es ni ha sido un poder independiente. No. Se trata de un poder cuya impenetrabilidad se debe a que está sometido por los grandes poderes tradicionales y modernos como hemos visto en México en el caso de Ricardo Salinas Pliego. No nos dejemos engañar, la impenetrabilidad de la estructura del Poder Judicial fue creada con el fin de que no se tocara a los ricos ni con el pétalo de una rosa. El pueblo, que reclamaba justicia, recibía como respuesta una carcajada, así, literalmente quienes lograron posicionarse y reclamar ante algún juez justicia, recibieron un torrente de risas como respuesta.

La Gran Oportunidad de cambiar la justicia de las oligarquías y los ricos por una justicia al servicio del pueblo la tendremos el próximo domingo, no la perdamos de vista.