De acuerdo con el escritor Francisco de Quevedo, una persona hipócrita aparenta lo que no es, finge tener creencias o valores que en realidad no tiene, actuando de una manera en la que realmente no piensa.
En ocasiones lo hacen para ganarse la aprobación de los demás o aparentar lo contrario a su verdadero ser.
La psicóloga Martha Guerri por su parte, considera que los individuos que actúan de esa manera lo hacen para evitar hacer daño a los demás, sin embargo, cuando la motivación es la conveniencia o la comodidad personal, la actitud se convierte en un comportamiento negativo.
Dichos rasgos de personalidad se reflejan en preferencias de colores, pues de acuerdo con Fernando Restrepo, los colores permiten transmitir a las personas diversos impactos de carácter visual.
Uno de los colores que más se asocia con la hipocresía es el amarillo, aunque este color tiene una naturaleza contradictoria: alegría, innovación y optimismo.
El amarillo también se le atribuyen connotaciones negativas como la falsedad, la arrogancia y la superficialidad, mientras que, en términos culturales, el amarillo ha sido vinculado con la mentira, los celos y la superficialidad.
El verde, aunque suele asociarse con conceptos positivos como la fertilidad, esperanza y buena suerte, también tiene connotaciones negativas, siendo la envidia una de las más destacadas. En tonalidades más oscuras, el verde se vincula con la manipulación, el horror e incluso la muerte, especialmente cuando se combina con el negro.
Cabe mencionar que el vínculo entre los colores y las emociones humanas ha sido objeto de estudio durante décadas, revelando cómo las tonalidades tienen la capacidad de influir en la percepción, comportamientos e incluso la manera de comunicarse.
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